Saturday, 20 September 2008

Mi cielo infantil

Dentro de mi educación católica se me enseño que, al morir, pasabamos al cielo, un lugar mejor donde seríamos felices. Durante muchos años creí en ese cielo, especialmente cuando moría algún ser querido, porque me decían que le volvería a ver en el cielo.

No sé cuando mi cabeza hizo la equivalencia, pero el hecho es que desde siempre pensé que en el cielo, además de a los seres queridos, tendría ocasión de ver todas las películas y series que por algún motivo no hubiera podido ver en la tierra. Recuerdo esa sensación cuando me perdí el capítulo final de Ulises 31 o algún episodio de televisión de El Increible Hulk.

Pero resulta que ahora, ese cielo infantil, existe en la tierra (no, no me volví ateo al descubrir la mula, tranquilos) gracias a la informática y a algo llamado Internet. Y esto me crea, al menos, dos sentimientos contradictorios:

Por un lado, como os podeis imaginar, creo que no podemos rechazar, censurar o criticar esa posibilidad. Por lo tanto creo que la mula es un bien inconmensurable.

Pero por otro lado, las series y películas, son realizadas por personas que merecen un reconocimiento por ese trabajo que tanto disfruto viéndo.

¿Cómo podemos casar esos dos puntos de vista?

Hay ciertas películas que nunca vería si tuviera que pagar por ellas. Hay incluso ciertas películas que nunca pagaría por ver, y sin embargo una vez vistas si que pagaría por ellas.

Hasta ahora mi punto de compromiso es que si veo una serie o pelícual que alguien me ha pasado y creo que merece la pena y me ha hecho disfrutar de un buen rato, intento pagar a sus autores comprándola original. Mi videoteca es bastante numerosa. Pero por otro lado me molesta soberanamente el afán recaudatorio de las entidades de derechos de comunicación publica, que pretende hacer justo lo contrario: cobrarte por las peliculas, series y musica, incluso por aquellas que nunca verías ni pagando. Por eso mi videoteca de copia privada es igual de numerosa que la otra.

Por eso creo que aun podemos mejorar el sistema. Pensemos en ello. Busquemos una forma que satisfaga a todos, menos a los gestores esas entidades, que se convierten en un mero intermediario que se lucra a costa de unos y otros.

La ironía es que ahora, que tenemos al alcance de la mano todas las películas y series del mundo, no tenemos tiempo material para verlas. Quizás el cielo exista, y sea un sitio de tiempo infinito.

Tanto cine por ver y tan poco tiempo.

1 comment:

Anonymous said...

Es curioso. Para mí, la idea del paraíso en el cielo también incluye desde hace años una cómoda butaca con un DVD y acceso ilimitado a toda producción cinematográfica habida y por haber. Un sillón como el de Metrón, por ejemplo.

Me pido el mando a distancia.


Espoc