Perderla fue como cuando se golpea un espejo.
Cuando un espejo está entero, todo es perfecto, pero cuando se raja, esa perfección desaparece. Sigue reflejando la imagen, pero nada parece estar en su sitio. Algunas partes las ves más veces de las que te gustaría, las ves repetida, mires donde mires. Y otras en cambio sencillamente desaparecen, entre las secciones repetidas, entre las líneas quebradas. Las grietas surgen del centro del golpe y se extienden hasta los bordes del espejo, marcando, señalando, realzando el golpe.
No hay forma de arreglar el espejo, de volver a verte reflejado de la misma manera.
Y al tocar el espejo, los trozos que aun se sostienen, en los que te veías reflejados, comienzan a caer inevitablemente. Poco a poco queda cada vez menos de ti. Según va quedando menos de ti, también va quedando menos del golpe. Y en los restos que quedan detrás de lo que era un espejo, queda una superficie lisa, de madera o de metal que en el mejor de los casos puedes usar para pintar otra imagen, pero nunca será la tuya.
Perderla fue como cuando se golpea un espejo y aun la echo de menos.
1 comment:
¡Muy bueno!P!
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