No sé qué fue lo que me llamó la atención, pero había algo raro en él. Todo era como siempre, su pelo, su ropa, su olor, pero algo me decía que nada era como debería ser. Le di un fuerte abrazo y le hice pasar. Me dijo lo mucho que le apetecía venir a la fiesta. Insistió en ello. No habría faltado por nada del mundo. Hacía años que no nos veíamos, pero nuestra amistad de infancia parecía tan fuerte como cuando nos defendíamos juntos de los matones del patio. Si uno recibía el otro también, pero eso rara vez pasaba: No solían atreverse con dos. En seguida entró y empezó a divertirse como nadie. Pronto se convirtió en el centro de la fiesta. Divertido, original y ocurrente. Siempre sabía decir la palabra apropiada. Era imparable. Siempre lo había sido.
Quiso quedarse hasta el final. No como los amigos pesados que no hay quien los eche, sino como esa persona que no se irá mientras pueda servir de ayuda. Puso especial interés en despedirse de todos según se fueron, y consiguió que acercaran a su casa al que era incapaz de acabar una fiesta sereno. Y entonces se despidió de mi. Seguía habiendo algo extraño. Se le veía felíz. Se le veía eufórico, pero én su despedida flotaba una sensación extraña, como la de la certeza de saber que no volverás a ver a alguien. Debí haber sospechado algo extraño; debí darme cuenta. Lo descubrí al día siguiente. Su madre me llamó. Tuvo un accidente de coche según venía a la fiesta. Un camión lo arroyó. Murió en el acto. Nunca llegó a la fiesta. Y sin embargo estuvo allí, con todos nosotros, y se despidió de todos nosotros. Y yo sé porqué. Su madre me lo dijo. "Tenía tantas ganas de ir a tu fiesta".
5 comments:
Llevo tanto tiempo encerrado que no recuerdo porqué. Parezco un japonés que padece de tristeza. Apenas me muevo, me paso el día acurrucado. No suelo tener hambre. No entra la luz del sol. A veces destellos de claridad, luz de sol, reflejos de luna. Vivir arrastrado no es mejor que ésto. No suelo sentir frío, pero hoy siento calor y dolor entumecido. Mis piernas son miembros fantasma de un tullido. Las neuronas de mi cerebro han migrado. La cabeza me martillea, como si dos agujas vibrantes me pincharan en el cerebelo. Pero la sensación más dura viene de la columna vertebral, el río que gobierna los sentidos, que me traen noticias de cada punto de mi cuerpo. No sé quien soy, sólo que mi mundo se rompe.
No sé qué insecto soy. No tengo un espejo. Solo veo los despojos de una crisálida, restos muertos.
Hay un mundo que sobrevolar.
Hola,
Bonito blog, he llegado a traves del de los adoradores.
Muy buen relato, me ha emocionado, pero solo un poco que soy un tiarron y esas cosas no son de las nuestras.
Un saludo,
César (puny humano)
Desasosiega el cuento: podrías mandarlo a la revista Cthulhu, aunque los publican más largos (los del último número no me han gustado).
[Creo que visto un dibujo de Omoloc en el número 52 español de Alpha Flight.]
Nestic!, me alegra mucha haberte inspirado. A ver si nos retroalimentamos.
Punny! Por supuesto, como tiarrones, que nosotros somos grandes y verdes.
Brucamsi! depende de quién lo lea, desasosiega o parece bonito. Los chicos son más de lo primero y las chicas de lo segundo (Lo siento Punny). Mmmm mandarlo a la revista Cthulhu... este no. Quizás el otro
Sí. Omoloc en tiempos pasados mandó miles de cartas y algunos dibujos a Forum. Hay otros dos dibujos escondidos y una historieta en "Puertas abiertas"... a ver si las encontrais.
Gracias también a los que me habeis hecho llegar vuestras buenas vibraciones del relato. Confesaré que la trama, el concepto, viene de una vieja historia, típica de leyenda urbana, que alguien me contó siendo niño, probablemente mi tio Manel. Solo espero haber transmitiod el concepto de manera efectiva, y evocando el espanto del que hablaba Orson Scott Card en "Mapas en un espejo"
Se me olvidaba. Espero haberlo transmitido bien y que la historia no se pierda.
Seguramente escriba otras historias que me contó mi tio Manel. ... y quizás alguna de las que he vivido yo mismo...
salu2!
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